Boletín 21 de marzo de 2011
  Las potencias occidentales se toman Libia

Las potencias occidentales que ahora bombardean Libia pretenden que su intervención dizque humanitaria es algo nuevo en el mundo. Sería algo nuevo y sorprendente si EEUU y Europa estuvieran peleando por liberar a un pueblo oprimido, pero eso no es lo que está sucediendo.

Lo que ahora se ha rebautizado como “intervención humanitaria” es exactamente el mismo antiguo término que los apologistas del colonialismo del siglo XIX llamaban “la carga del hombre blanco”. Y no es más nuevo que las invasiones a Afganistán e Irak, igualmente promocionadas como medidas adoptadas para librar al pueblo de los tiranos, que de hecho solo trajeron a esos pueblos aún más miseria y encima de eso la ocupación extranjera.

Nuestra acusación contra las potencias occidentales se sustenta en dos argumentos principales, basados en evidencia cuya verdad sería difícil de refutar: qué han hecho estas potencias en el pasado, desde finales del siglo XIX hasta ahora, y por qué han decidido responder a la primavera árabe eligiendo a Libia para el ataque. En conjunto, el análisis de estas dos cuestiones demuestra que las actuales acciones de Occidente no representan una ruptura con su pasado colonial, sino una continuidad.

Para comenzar con el presente, sin defender a Gadafi de ninguna manera, ¿qué les ha hecho él a los libios que otros gobernantes árabes no le hayan hecho a su propio pueblo?

La represión en Bahréin es por lo menos tan criminal como en Libia. Después de todo, estamos hablando de un movimiento que inicialmente exigía nada más que reformas legales y no el desmantelamiento de un régimen. Sin embargo, las fuerzas de seguridad de Bahréin han respondido con una brutalidad pocas veces vista en cualquier otra parte, abriendo fuego contra la multitud con pistolas, fusiles y ametralladoras calibre .50. Su especialidad ha sido el uso de escopetas de perdigones, por lo que el número de personas heridas de gravedad es enorme.

La gente en todas partes se indignó con justa razón cuando las fuerzas de Gadafi irrumpieron en una manifestación en Trípoli dentro de una ambulancia y salieron de ella disparando. Lo mismo ha ocurrido en una escala aún mayor en Manama, Bahréin. Las fuerzas de seguridad allí cercaron el complejo del principal hospital, e irrumpieron en él golpeando y disparando a los pacientes, amenazando y golpeando al personal médico, e incluso arrestando a un cirujano que operó a un paciente herido. Todavía están ocupando ese hospital e impidiendo que cualquiera entre o salga.

¿Qué tipo de “intervención humanitaria” presenció el mundo en Bahréin? Las tropas de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos cruzaron la frontera en tanques y tanquetas para apoyar a la arrinconada monarquía.

El presidente estadounidense Obama telefoneó a los monarcas de Arabia Saudita y Bahréin y les dio algunos consejos personales. No se conoce públicamente qué les dijo a ellos, pero sí sabemos lo que su secretaria de Estado Hillary Clinton dijo: hizo un llamado a ambas partes en Bahréin a abstenerse de la violencia, pero se negó específicamente a oponerse a la invasión saudita cuando se le cuestionó sobre eso. Si bien hizo un llamado al “diálogo”, se negó a criticar al régimen por el arresto de los líderes de lo que solía ser la oposición legal, o por prohibir las manifestaciones y cualquier otra actividad política. Ella ni siquiera amenazó con retirar la ayuda militar de EEUU a Bahréin.

¿Por qué? Debido a la importancia estratégica de Bahréin en la entrada del Golfo Pérsico, la fiabilidad de sus gobernantes desde el punto de vista de los intereses occidentales, y especialmente a la importancia de Arabia Saudita en mantener la región atrasada y dominada por EEUU.

El hecho de que la familia real de Bahréin representa a una privilegiada elite gobernante sunita por encima y contra la mayoría chiíta hace que este régimen sea sumamente dependiente del apoyo de EEUU y Gran Bretaña y por tanto, doblegado a los deseos de estos. Este tipo de política étnica en favor del imperio es muy parecida a lo que hicieron los británicos en el sur de Asia y en África.

Incluso los medios de comunicación occidentales dan a los gobernantes bahreiníes el tipo de pase libre que nunca le dan a Gadafi. Repitiendo la narrativa oficial de EEUU y Reino Unido, presentan al movimiento chiíta por sus derechos como un “conflicto de sectas”, ignorando por completo la cuestión de lo justo. Esto no es muy diferente de como describen la lucha tamil en Sri Lanka en contra de ser aplastados por los gobernantes cingaleses, o la lucha de la Sudáfrica negra contra el apartheid blanco, simplemente como lamentables rivalidades étnicas.

El pretexto de Occidente es que si no apoyaban esta monarquía absoluta en la que todos los puestos gubernamentales más importantes están en manos de la familia real y no hay ni siquiera un parlamento, entonces la mayoría podría ser susceptible a la influencia iraní, lo cual sería una amenaza para la familia real saudita (el oriente de Arabia Saudita, donde está concentrado el petróleo, es en gran parte chiíta) y por tanto para los intereses de EEUU y de Occidente.

¿Por qué es correcto que EEUU y Reino Unido dominen a Bahréin e incorrecto que Irán lo haga (si esa fuera la única alternativa, que no la es)?

La razón principal por la que existe Bahréin como país independiente es en primer lugar que Gran Bretaña se lo quitó a Irán y se alió con el clan que lo ha gobernado durante más de dos siglos.

Y exactamente ¿qué tan “independiente” es un país que es poco más que un aparcamiento para la Quinta Flota estadounidense? En primer lugar, ¿qué es lo que hace allí esa flota? No es “contener” las ambiciones iraníes, ya que fue puesta allí cuando Irán aún era gobernado por un régimen cliente de EEUU. ¿Qué tan independiente es un lugar donde los saudíes explícitamente tienen la última palabra, y cuya existencia separada parece ser útil sobre todo porque proporciona un entorno en el que los fanáticos religiosos de la élite saudí, al igual que sus homólogos en Irán y EEUU, pueden disfrutar de la prostitución que es el acompañamiento inevitable del encarcelamiento de las mujeres en sus hogares, y del alcohol que ayuda a hacer tolerable el servicio militar para los marines norteamericanos?

¿Y por qué, exactamente, existe Arabia Saudita, si no es porque Gran Bretaña encontró útil hacer que existiera y porque ha sido de tanta utilidad a Reino Unido y EEUU? ¿Y por qué el que gobiernen a Bahréin y Arabia Saudita los representantes de dios en la tierra es mejor que el mismo tipo de gobierno en Irán?

En resumen, para Occidente, lo bueno y lo malo está definido por intereses —los intereses imperialistas.

Regímenes como los de Bahréin y Arabia Saudita no son necesariamente los que EEUU e Inglaterra quisieran tener. Clinton dijo que estaba “alarmada” por los acontecimientos de Bahréin, y eso probablemente sea cierto, no por la pérdida de vidas, sino por lo que representan para la indeseable inestabilidad política y porque llegan en un momento inoportuno para Occidente.

De hecho, como se vio en Libia, no necesariamente todos los déspotas hoy amigos de Estados Unidos lo serán mañana. Parafraseando a un político británico del siglo XIX, los imperialistas no tienen aliados permanentes, sólo intereses permanentes.

Pero, ¿qué tipo de sociedad buscan perpetuar EEUU y Compañía en todo el Medio Oriente, incluida Libia?

Clinton dijo estar “encantada” de haber estado en la Plaza Tahrir en el Cairo durante el referendo celebrado por los militares, despreocupándose de dejar a la gente distraerse por la opción de hacer ajustes menores al orden legal. La mayoría de los puntos en cuestión tenían que ver con limitar el período de un presidente en el cargo, bastante irrelevante ahora que la historia ha vetado la posibilidad de Mubarak de ser presidente vitalicio. Los militares también añadieron a la constitución la prohibición de que sea presidente alguien casado con una mujer no egipcia. Esta es una pestilente expresión de chovinismo masculino (significa que es impensable que haya una mujer presidente) y de intolerancia religiosa, como si lo que hubo de malo con Mubarak y su predecesor Anwar Sadat fuera haber estado casados con mujeres cuyas madres eran cristianas inglesas. Una cosa que los militares no sometieron a voto es el artículo constitucional que define la shariá como la base principal de la legislación egipcia.

No sería exagerado decir que las opciones que presentaron los militares en este referendo pusieron sello de aprobación a los viles ataques machistas contra las mujeres que se reunieron en la Plaza Tahrir en el Cairo para celebrar el Día Internacional de la Mujer y reclamar los derechos de la mujer una semana antes de la visita de Clinton. ¿Es esto lo que “encantó” a Clinton? ¿O fue el hecho de que la junta no ha revocado el estado de emergencia, que ya lleva generaciones, ni ha liberado a todos los prisioneros políticos?

¿Quién está pretendiendo “liberar” Libia?

Para continuar con la otra parte de nuestra acusación, sólo hay que mirar quién está bombardeando Libia.

El líder del ataque fue Francia, que ya tenía sus aviones de guerra en el aire cuando las naciones occidentales se reunieron para considerar un curso de acción. Comenzaron a bombardear incluso antes de que se terminara la reunión el 19 de marzo.

Francia ignoró inmediatamente el objetivo declarado en la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizaba el establecimiento de una zona de exclusión aérea y a cambio atacó las tanquetas de Gaddafi. No se deben tomar en serio las quejas de parte de algunos miembros de la Liga Árabe, Rusia, China y otros de que esto no era lo que ellos autorizaron con su voto, ya que Francia dijo abiertamente que esto era lo que tenía planeado cuando convocó dicha resolución.

Francia ya había demostrado su respeto por los valores humanitarios cuando sus aviones y tropas mataron millones de argelinos durante su guerra para impedir la independencia de Argelia hace sólo 50 años. Aunque proclama piadosamente la necesidad de una “intervención internacional” en Libia hoy, Francia se opuso vigorosamente a los llamados del movimiento de independencia a una intervención de la ONU para detener los bombardeos franceses contra los argelinos.

En la Francia de hoy, sólo los más ignorantes o intencionalmente ciegos sostendrían que el presidente Nicolás Sarkozy tiene algún respeto por las vidas y derechos de los árabes en Libia cuando ha expresado deliberadamente un flagrante desprecio por los inmigrantes árabes y africanos o los hijos de estos en Francia.

Algunos jóvenes de los suburbios de París, donde abundan los inmigrantes, comparan la manifiesta sed de sangre de Sarkozy en Libia con su infame amenaza de “limpiar la escoria con una manguera de presión” en las urbanizaciones convertidas en guetos en las que la policía impone despiadadamente la desesperanza producida por la sociedad francesa. La declaración de guerra de Sarkozy contra los jóvenes inmigrantes ayudó a encender la rebelión de los guetos en 2005. A pesar de la confusión que reina entre estos jóvenes hoy, hay una cruda verdad en la conexión que ellos ven entre lo que los gobernantes franceses les hacen y lo que intentan lograr en el mundo árabe. (Véase el foro web bondyblog.com)

Si Sarkozy está tan ansioso de tomar el liderazgo en Libia, es al menos en parte porque Francia se ha debilitado en sus antiguas colonias y neocolonias en África y el Medio Oriente.

La misma lógica se aplica al Reino Unido, cuyo imperio ha sido en gran parte absorbido por Estados Unidos, a pesar del récord de violencia contra los pueblos del mundo, de tal amplitud y duración en Asia y África que no tiene paralelo en la historia humana.

Tener esta relación con EEUU le ha permitido al Reino Unido conservar más de los beneficios de ser imperio que lo que hubiera conservado de no tenerla, así como también le hizo conformarse con menos de lo que pudiera haber querido de no tenerla. Libia es un bocado particularmente prometedor para Gran Bretaña, cuya principal empresa, BP (antes conocida como British Petroleum), compró a Gadafi los derechos de exploración y perforación extensivas en el lecho submarino. Para el Reino Unido es de gran importancia tener una fuerte baza en la decisión de qué tipo de régimen se establecerá en Libia, aun cuando también presta mucha atención a recuperar la influencia política en el vecino Egipto.

Si bien Sarkozy es quien más fuerte ha hablado, los lideres británicos han estado más activos visitando Egipto y el golfo pérsico para recoger los hilos de la influencia británica que había quedado algo deshilachada por la dominación estadounidense de estos países. Mientras Francia tenía en su bolsillo al régimen de Ben Ali en Túnez, respaldaba a la monarquía marroquí y tenía fuerte influencia sobre Argelia, y EEUU tenía a Mubarak, el Reino Unido fue reducido a competir con Italia por Gadafi. Los tres partidos gubernamentales británicos pueden diferir respecto a cómo manejar el tratamiento a los diversos sectores de la sociedad inglesa, pero todos coinciden en que el papel particular de Gran Bretaña en la crisis financiera global requiere explotar de manera más extensiva y profunda al tercer mundo.

En cuanto a EEUU, su posición algo ambivalente refleja sus complicados intereses en el Medio Oriente actual y su ya excesivamente prolongada participación en dos guerras. Si bien los políticos y expertos estadounidenses (especialmente durante el gobierno Bush) han reconocido que la mayoría de los regímenes de los que depende la dominación estadounidense de la región son insostenibles a largo plazo, Washington se ha vuelto receloso de que los grandes cambios, especialmente en el contexto de los actuales levantamientos populares, puedan ser desfavorables para sus intereses, tanto en su conflicto con el fundamentalismo islámico como en que les permitan a otras potencia europeas —que son aliados y rivales a la vez— avanzar a expensas de un debilitado imperio estadounidense.

Además, como hemos ya analizado, EEUU tiene sus propios intereses más amplios en la región y el mundo, y sus lógicas razones reaccionarias para querer evitar ser visto más que nunca como el invasor y ocupante que realmente es, especialmente a causa de un país que no considera estratégico. Esto explica la formulación estadounidense de que EEUU será la “avanzada” del ataque a Libia —haciendo valer el liderazgo que proviene del hecho de que ningún otro país o ni siquiera grupo de países puede igualar su fuerza militar— si bien intenta también evitar estar en el centro y discrepa con el Reino Unido y aún más con Francia acerca tanto de lo públicamente admisible como de los verdaderos objetivos de esta guerra.

Dada la complejidad de los intereses de EEUU, la unidad relativa en el seno de la clase dominante estadounidense es sólo tan digna de mención como la británica. Independientemente de lo que puedan preferir, en lo que más parecen coincidir es en que el peor panorama, desde el punto de vista del imperio, es uno en que podría verse aún más inestabilidad y retos para la dominación estadounidense en la región y el mundo.

En una palabra, lo que Occidente quiere en Libia es control. Los intereses que buscan los gobernantes capitalistas monopolistas de todas estas potencias no tienen nada que ver con los de los libios y otros pueblos árabes o los pueblos del mundo —ni con los más fundamentales intereses a largo plazo de los pueblos en “su tierra”. Todo lo contrario: los objetivos de esta guerra son los mismos que han inspirado las políticas y acciones de EEUU y Europa en el Medio Oriente y otras partes desde finales del siglo XIX: el establecimiento de esferas de influencia para monopolizar la explotación de los pueblos y sus recursos, y el establecimiento o defensa de regímenes dóciles representantes de las clases explotadoras cuyos intereses coincidan con la dominación económica y política de sus países.